Al
verlo allí, sentado, su mente se apoderó del tiempo, pensando en la posibilidad
de detenerlo y apreciar aquella imagen que veía sus ojos por unos minutos más, tal vez horas. Él
alzó la mirada y ambas se encontraron. Meditó la opción de acercarse, y hacer el amago de conocerlo y preguntarle por su día, su ánimo. Quizás él pensara lo
mismo de ella, o simplemente no. Pero el tiempo no espera; pasa, y este no se
inmoviliza, sino que continúa, mientras ella seguía ahí, analizando la idea de
un encuentro.
Una
parada. El metro estaba vacío. Se quedó sola. Hasta siempre.
Interesante abstracción... Triste
ResponderEliminarMuchas gracias por pasarte a leer!!
EliminarSaludos