Cuando estás viviendo un momento mágico en tu vida, uno que no quisieras que se acabara, en ese que te encuentras en tu propia nube; flotando, sintiendo que has llegado a lo superior: a la ataraxia, que no hay más por encima de ello, es ahí cuando no ves (o no quieres ver) que esa sensación puede terminar. Y no piensas en las cosas malas que puedan suceder más adelante, porque te encuentras bien, queriendo no bajar de tu nube, extasiada.
Por increíble que parezca, todo eso te lo puede llegar a proporcionar una sola persona en tu vida, aquella a la que amas y no soportarías perder. Cuando estás así, crees que todo es muy bonito y a tu alrededor nada malo está sucediendo.
Quizás ese sentimiento, esa persona, esa nube en la que te hallas tan a gusto, se vaya de tu vida en algún instante, y puede que no te percates de ello; de que el final está por venir, pero acaba ocurriendo.
Y es frustrante, porque sientes que la vida te ha traicionado quitándote, de algún u otro modo, lo que más quieres.
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