El ronroneo de la cabeza no para, te preguntas una y otra vez por qué: por qué pasan las cosas, por qué has entrado en un bucle en el que eres incapaz de salir, por qué esto sí y esto no, por qué tú no puedes controlar la situación, por qué quieres esto y no aquello, por qué quieres y no quieres, por qué donde debería ser no quieres que sea y donde no debe ser sí quieres, por qué tú no decides si eres tú.
Y te resignas, porque no hay respuestas para ninguna de las preguntas.

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